miércoles, 11 de marzo de 2009

11

Allí no estaba mi familia. Ni mis amigos. Ni mis vecinos. Pero podrían haber estado.

No fue mi vida la que se apagó ese día. Ni la tuya. Fue la de ellos, como podría haber sido la nuestra.

No fui yo la que lloré la muerte de mis seres queridos. Ni fueron ellos quienes lloraron la mía. Pero podría habernos tocado a nosotros.

No fui yo la que perdí las ilusiones entre una nube oscura de polvo. Ni fui yo la que dejó de soñar contigo en ese día gris. Pero podría haberlo sido.

No fui yo la que falté a clase esa mañana. Ni tú, que estabas allí, con las manos blancas, a mi lado. No fue mi madre la que dejó el trabajo. Ni mi padre. Fueron ellos. Pero podríamos haber sido nosotros.

No fui yo la que escuché la explosión. Ni la que vio el humo. Ni la que sintió el terror de la muerte pisándote los talones. Pero podría haberlo sido.

No fui yo la que se arrepintió de no haber dicho te quiero a tiempo. Ni fui yo la que se despidió hasta una tarde que nunca llegó. No fui yo la última en besar sus labios. Fue ella. Fue él. Pero podríamos haber sido nosotros.

No fui yo la que cerró los ojos mirando el techo ennegrecido de un vagón que no me gustaba. Ni fui yo la que estiré mi mano en busca de la tuya para encontrar un hueco vacío. Pero podría haberlo sido.

No fui yo la que te dedicó su último pensamiento, su último regalo, su último anhelo. Ni fue mi corazón el que quedó hecho trizas. Ni el que dejó de latir. Pero podría haberlo sido.

No fueron mis libros los que quedaron tirados en el suelo. Ni mi móvil el que empezó a sonar desesperado. No era mi madre la que llamaba angustiada. Era la suya, como podría haber sido la mía.

No fue ésa la última película que vi entre tus brazos. Ni aquella la última novela que leí. No fue la música de los cascos la última en sonar para mí. Pero sí para él. Y para ella. Como podría haberlo sido para mí. O para ti.

No fue mi sangre la que manchó el suelo aquel día. Ni mi cuerpo el que quedó mudo entre aquel jaleo. No fue mi alma la que se despidió de la vida. Pero podría haberlo sido.

Hoy no es día once. Ni estamos en marzo. Hoy no nos vestimos de luto como entonces. Pero podríamos tener que hacerlo.

 Escrito el 04-12-2008

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