martes, 28 de diciembre de 2010

La fotografía del Invernadero


Algo así como una esencia de la fotografía flotaba en aquella foto en particular. Decidí entonces "sacar" toda la Fotografía (su "naturaleza") de la única doto que existía seguramente para mi y tomarla en cierto modo como guía de mi última búsqueda.
La Foto del Invernadero era mi Ariadna, no tanto porque me permitiría descubrir algo secreto (monstruo o tesoro), sino porque me diría de qué estaba hecho ese hilo que me atraía hacia la fotografía. Había comprendido que de ahora en adelante sería preciso interrogar lo evidente de la fotografía no ya desde el punto de vista del placer, sino en relación con lo que llamaríamos románticamente el amor y la muerte.
No puedo mostrar la Foto del Invernadero. Esa foto sólo existe para mi solo. Para vosotros sólo sería una foto indistinta, una de las mil manifestaciones de lo "cualquiera"; no puedo constituir en modo alguno el objeto visible de una ciencia; no puede fundamentar objetividad alguna, en el sentido positivo del término; a lo sumo podría interesar a vuestro studium: época, vestidos, fotogenia: no abría en vosotros herida alguna"


Roland Barthes, La Cámara lúcida